«En este sentido, consideró deplorable la práctica de la llamada maternidad subrogada, que ofende gravemente la dignidad de la mujer y del niño; y se basa en la explotación de la situación de necesidad material de la madre», agregó luego el Papa ante representantes de los 184 Estados que mantienen relaciones con el Vaticano.
Para el Papa, «un hijo es siempre un don y nunca el objeto de un contrato». «Por ello, hago un llamamiento para que la Comunidad internacional se comprometa a prohibir universalmente esta práctica», reclamó, en línea con las políticas promovidas por Gobiernos como el italiano para que la práctica se considere un delito perseguido en cualquier país en el que se cometa.