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Una vez que atravesaron, los migrantes corrieron rápidamente hacia territorio estadounidense a entregarse a la patrulla fronteriza para pedir asilo.
A partir de este miércoles, elementos del ejército mexicano y la Guardia Nacional vigilan la zona, sin embargo, no están facultados para arrestar o impedir que los migrantes intenten cruzar la frontera, informó Enrique Lucero, titular de la Dirección de Atención al Migrante en Tijuana.
«No podemos arrestar a los migrantes por hacer el intento», dijo el funcionario.
Lucero añadió que las personas que cruzan de manera ilegal a Estados Unidos y se entregan a autoridades migratorias son repatriados de manera inmediata a México o a su lugar de origen y también son castigados por cinco años, tiempo en que no pueden volver a solicitar asilo humanitario en ese país.
Mientras tanto, en la fronteriza Ciudad Juárez, varios migrantes cruzaban el Río Bravo (llamado Río Grande en Estados Unidos), que tenía un caudal más alto de lo usual.
Los migrantes cargaban sus pertenencias por lo alto, con el agua llegándoles al cuello a varios de ellos.
«Que si pasamos nos van a deportar toditos, a todos. Vamos a hacer todo lo posible por pasar», dijo el venezolano Eduard Emilio Carpio, de 25 años, a la AFP.
El gobierno mexicano ha admitido estar desbordado por la cantidad de migrantes que cruzan su territorio para llegar a Estados Unidos, en su gran mayoría provenientes de Venezuela, Cuba y países centroamericanos.
Además, endureció las medidas para evitar el paso de migrantes irregulares por su territorio usando trenes de carga, luego de que el mayor operador ferroviario local detuviera la semana pasada el 30% de sus operaciones, agobiado por el flujo de indocumentados.
En agosto hubo un récord de casi 233.000 migrantes que cruzaron la frontera sur de Estados Unidos y la escalada continúa en septiembre. Autoridades migratorias mexicanas confirmaron que en lo que va del mes ha detenido a 189.000 migrantes, lo que supone un promedio diario de 9.000 personas.