Independiente y River empataron en un duelo clave por la punta de la Zona A de la Copa de la Liga
Ni Independiente ni River se habrán ido contentos del LDA. Pero cuando pasen las primeras horas después de este clásico que dividió puntos entre los dos líderes de la zona A de la Copa de la Liga, Carlos Tevez tendrá varios motivos para estar bastante más tranquilo que Martín Demichelis.
Independiente no fue una sinfonía. Mostró dificultades en los últimos metros, pero aún así superó al CARP en varios sentidos: ganó en intensidad, ganó en el planteo estratégico y mostró una voluntad de asumir el protagonismo que muy pocos equipos en el fútbol argentino muestran contra River. No es poca cosa. En todo caso, el penal que pudo haber cobrado Nazareno Arasa de González Pirez a Ávalos (acción dificilísima: tanto que si el ref hubiera dado penal, no cuesta adivinar que el VAR tampoco lo habría llamado a revisión) fue la escena con la que terminó masticando bronca el Rojo, especialmente en un contexto muy cargado por el episodio Dóvalo-Barracas.
A futuro, en definitiva, serán mejores las sensaciones que podrán quedarle a Tevez que a su ex compañero de la Selección. Y es que Independiente, sobre todo en el primer tiempo, se llevó por delante a un River que se encontró con un gol out of context que solo se explica por lo bien aspectado que está un Borja que ya hasta se crea sus propias situaciones. El CAI mereció más por esa primera parte: en el ST sintió el desgaste lógico de un inicio a todo trapo, pero tampoco resignó su vocación de ataque.
La otra cara es un River que estiró su invicto a 15 partidos oficiales y a ocho en clásicos durante la era Demichelis: los números no son despreciables, pero aferrararse a ellos sería evidentemente un error. Y MD lo sabe: su equipo no despeja dudas. Las incrementa partido a partido. Este sábado, en términos colectivos e individuales, fue otro mal partido para un equipo que en la visión macro tiene un problema mayor: no transmite seguridad para las paradas bravas, tampoco para sostener los resultados, inclusive cuando se topa con ellos casi de casualidad como en Avellaneda (fue el cuarto juego en esta CdL en el que empieza ganando y le empatan). Esta vez el foco no estará puesto en los cambios: de hecho las variantes (Solari y Colidio) le dieron otro aire a un equipo espeso y largo. No alcanza.
Acaso este miércoles en el Kempes tenga la oportunidad perfecta para empezar a revertir esa imagen, pero la sensación hasta aquí, y aún con números que avalan la campaña es de involución. Porque River crea cada vez menos, y defiende cada vez peor, con retrocesos totalmente descordinados: son ventajas que en un partido de Copa Libertadores perfectamente pueden ser sinónimos de eliminación. Y la Copa ya está a la vuelta de la esquina. La imagen final, de un Tevez calmo valorando a los suyos y de un Demichelis yéndose sin hablar, es también un reflejo de las conclusiones que salen solas para lo que viene.